martes, 9 de septiembre de 2008

entrevista. Lluïsa Mestre Moyà. Unidad de Psiquiatría y Desintoxicación de Son Dureta

´Más de tres horas de internet al día puede ser una adicción´

"Hay poca percepción de que el ciberespacio es un problema que afectará a jóvenes y personas con patología psiquiátrica"










"Un estudio sugiere la dependencia física o psíquica a la luz ultravioleta". Foto: B. Ramon


MIGUEL MANSO. PALMA. Lluïsa Mestre Moyà (Palma, 1960) trabaja en una especie de búnker, en las entrañas de Son Dureta. Es psicóloga de la Unidad de Psiquiatría y Desintoxicación del hospital.

-¿Existe la adicción al agua (potomanía)?
-En ningún caso se considera una conducta adictiva. La potomanía suele ir ligada a estructuras caracteriales histéricas y está descrita en cuadros delirantes. Algunas pacientes con anorexia nerviosa presentan ingestas líquidas cuantitativamente muy elevadas como mecanismo para inducir saciedad, aunque no hay que olvidar la posibilidad de una causa orgánica.

-¿Y la vigorexia (preocupación obsesiva por el físico)?
-En los manuales diagnósticos tampoco aparece como adicción. Estaría más cerca de un trastorno de la propia imagen corporal, como la anorexia. Se podría correlacionar la anorexia nerviosa en mujer con la vigorexia en el hombre y considerarlos como trastornos culturales.

-¿Qué diferencia existe entre adicción y obsesión?
-La adicción conlleva un deterioro o malestar clínicamente significativo expresado por la tolerancia, el síndrome de abstinencia y la persistencia del consumo o de la conducta a pesar de los riesgos que conlleva. Cuando hablamos de obsesión nos referimos a pensamientos y no a obtener un beneficio psíquico. La adicción se centra en obtener el efecto esperado o en paliar el malestar por no tomar o realizar la conducta. No hay adicción si no hay recompensa.

-Algunos científicos sostienen que tomar el sol libera endorfinas. ¿Pueden enganchar las exposiciones prolongadas?
-En el año 2006 Steven Feldman, de la Wake Forest University, realizó un estudio en el que observó que, tras bloquear los receptores opiáceos en una muestra de usuarios de cabinas solares, la mitad de ellos presentaba sintomatología de abstinencia. Esa conclusión sugiere la existencia de dependencia física o psíquica a la luz ultravioleta.

-¿Por qué el móvil no genera adicción e internet sí?
-A diferencia de internet, el uso desadaptativo del móvil puede llegar a ser un abuso, pero no una adicción porque no se producen ni las alteraciones emocionales rápidas ni el juego de identidades que puede generarse en chats o en juegos de rol en línea.

-¿Cómo se detecta en el caso de internet?
En la adicción a internet se darían cuatro características. Uso excesivo asociado a pérdida de la noción del tiempo o el abandono de necesidades básicas, como comer o dormir. Abstinencia: incluiría sentimientos de rabia, tensión o depresión ante la imposibilidad de acceder al ordenador o conectarse a la red. Tolerancia: los usuarios se van haciendo tolerantes a las gratificaciones que obtienen por el uso de internet y necesitan cada vez un software más avanzado o más horas de uso del ordenador para sentirse satisfechos. Y por último, repercusiones negativas en la vida de la persona, como discusiones frecuentes, baja realización personal, aislamiento social y fatiga.

-¿Cuándo debemos preocuparnos?
-Algunos autores sugieren como voz de alarma el uso diario de más de tres horas de internet, mientras otros centran la atención en el objetivo de la conexión: laboral y académica frente al juego de rol o el chat erótico-sexual.

-¿Cuál es su tratamiento?
-El tratamiento inicial podría ser no dedicar más de una hora diaria, buscar alternativas de ocio y, en último caso, desinstalarlo durante un mes, valorando si se precisa una terapia para superarla.

-¿Han tratado a personas con este problema?
-A Son Dureta no han llegado aún. Tampoco se han detectado casos en el programa de conductas adictivas SIACA. Sí que se han dado casos en pacientes psiquiátricos. De todos modos, hay poca percepción de que internet puede ser un problema.

-¿Pasarán años hasta que las personas adictas a internet soliciten ayuda, como ya ocurrió con los cocainómanos?
-Pensamos que será así, y que afectará sobre todo a jóvenes, adolescentes y a personas con algún tipo de patología psíquica

-¿Han constatado, como ocurre a nivel nacional, que se ha estancado en Balears el consumo de cocaína mientras sube el de heroína fumada?
-Los datos que aporta el SEIPAD a Balears en relación a las admisiones a tratamiento de cocaína y cannabis siguen una tendencia ascendente, aunque quizás en menor medida que en años anteriores. Y en relación a la heroína, podemos alegrarnos de que la vía de administración inyectada baje de un 78% en el año 1991 a un 24% en 2005, mientras que la inhalada sea la más frecuente actualmente, aunque no tanto como en otras autonomías.

-¿Cómo influye la clase social en la ingesta de drogas?
-Recuerdo a los primeros pacientes heroinómanos: pertenecían a una clase social alta y culta. Luego se pasó a capas inferiores. La teoría de la automedicación sostiene que los adictos ingieren la sustancia que les produce bienestar. De este modo, el que busca la relajación elegiría la heroína y el que sufre un trastorno de hiperactividad se inclina por un estimulante como la cocaína para funcionar mejor. Pero la mayoría toma estupefacientes por mimetismo y presión social. En casi todas las drogas la incidencia es mayor en los hombres que en las mujeres, salvo si se trata de pastillas tranquilizantes.

-En algunas regiones de México casi todos los centros de desintoxicación invocan la ayuda divina. ¿Hay casos similares en España?
-Tradicionalmente, las comunidades terapéuticas llevadas por evangelistas basan su actuación en leer la Biblia y rezar.

-¿Y da resultado?
-Es como todo, llega a funcionar en aquellas personas que tienen un gran vacío y lo llenan con eso.

-Es decir, ¿cambian de adicción?
-Tampoco es eso. Creo que no tienen terapeutas profesionales ni utilizan las técnicas de tratamiento o de reinserción especializadas. De hecho, antes ingresaban en Son Dureta muchos pacientes con la Biblia en la mano procedentes de las comunidades terapéuticas evangelistas. En cualquier caso, la mayoría de centros en España están llevados por profesionales cuyo objetivo final es la reinserción en el trabajo y la familia.

-Muchos centros son tan caros que se escapan del presupuesto de una familia media.
-En Balears hay pocas comunidades terapéuticas y pocas plazas, esa es una reivindicación que se hizo al centro de coordinación, que está intentando ampliarlas. Proyecto Hombre es el que dispone de más plazas, unas cincuenta, todas ellas gratuitas. Otra comunidad con pocas plazas y mucha lista de espera es Casa Oberta y su derivación es a través de los CAD [Centros de Atención a Drogodependientes]. El importe en las privadas de élite ronda los 3.000 euros al mes.

-¿Son grandes las listas de espera en los centros públicos?
-En estos momentos la demora es de uno a tres meses. Fluctúa porque la demanda en verano baja en picado ya que la gente tiene más fácil pillar dinero y vivir en la calle. No es lo mismo dormir bajo el puente en agosto que en febrero.

-¿Qué nivel de éxito tienen las diversas modalidades de tratamiento: programas ambulatorios, comunidades terapéuticas?
-Va en función de la severidad de la adicción. Cuando es baja, el tratamiento lo haces ambulatoriamente. No es lo mismo el tratamiento de un joven que lo intenta dejar por primera vez y no se halla muy motivado. En un caso como éste, el nivel de fracaso es alto. La comunidad terapéutica es una modalidad residencial de tratamiento orientada a determinados pacientes adictos con un abordaje intensivo y global, con actividades fundamentalmente de tipo psicoterapéutico, ocupacional, socioeducativo y médico sanitarias. En las comunidades terapéuticas el porcentaje de personas que finalizan todo el programa debe rondar poco menos del 50%.

-¿Le sorprendió que los forenses dijeran que Javier Rodrigo de Santos controlaba sus actos?
-Sorprenderme, no. Un adicto a la cocaína no toma todo el día. Es probable que su consumo estuviese asociado a los locales de alterne. Si una persona busca esta sustancia, el sitio estrella son estos lugares. Cocaína y sexo están muy ligados.

-¿Cómo pudo mantener una doble vida?
-Es un hombre que debe tener una gran capacidad de control. Yo colocaría la cocaína y el alcohol en un capítulo y el tabaco y la heroína, en otro. La nicotina y la heroína crean un síndrome de abstinencia físico muy alto y hay muy poca gente capaz de controlar su consumo. En cuanto a la cocaína y el alcohol, generan una dependencia psíquica muy alta pero la física es mucho menor. La cocaína te permite ingerir dos días seguidos y ponerte hasta las cejas; luego puedes pasar ocho días sin consumir.

-¿Se banaliza el consumo de cannabis?
-En psiquiatría está demostrado que en personas con vulnerabilidad sufrir problemas de esquizofrenia y psicosis el consumo de THC dispara su aparición y precipita las recaídas. En patología mental hay que insistir en la abstinencia. No es lo mismo empezar a tomar hachís a los 15 que a los treinta. El riesgo de patología psiquiátrica en varones se sitúa entre los 18 y los 25 años y aproximadamente entre los 26 y los 34 años para las mujeres. Si tuviera que aconsejar a alguien sobre la tolerancia de esta sustancia sería a partir de las edades mencionadas según el género.

-¿Suscita alguna reacción emocional en las personas sometidas a tratamiento las actuaciones policiales contra los clanes de la droga, como la desarrollada contra La Paca?
-Prácticamente cada año la policía realiza una operación ´primavera-verano´ lo que afecta a los usuarios de drogas, al incrementarse el precio y descender la calidad. Esto conlleva una mayor demanda de desintoxicación y con mayor urgencia.